Susúrrame tus miedos
Por eso hoy.
Por eso yo.
Te quiero a ti,
corazón hambriento,
que devoras todo lo que tocas.
Ahora la fuerza no está en el grito.
Ni el deseo ruge ya al amanecer.
Ahora susurra bajito la ternura
en noches de luna llena.
Ahora el fuego de este corazón que fue hecho trizas,
convierte cada posibilidad en polvo y ceniza.
Devórame el invierno, ven.
Llévate el frío que colma este vacío,
y enmudece,
lento,
—casi eterno entre mis labios—
bajo ese beso que acoge,
el olvido.
Que nadie sabe beberte
como unos labios sedientos.
Por eso yo,
te espero siempre, aquí.
Como esa calle que se mantiene fiel
al paso de los días y las noches.
Como esos labios sedientos
que poco a poco van agrietándose
hasta llorar jadeos.
Por eso tú.
Por eso a ti.
